Resultan poco exitosos los cambios generacionales que se producen en la empresa familiar, pues el 80% de las empresas familiares no fraguan con éxito el cambio de la segunda a la tercera generación. Y no es de extrañar, pues tan sólo el 73% de las empresas familiares cuentan con un plan de sucesión.
Conforme las generaciones que gestionan la empresa se alejan más de la generación que funda el negocio, las inquietudes y objetivos varían en una mayor amplitud.
Todo ello, junto con el crecimiento considerable del número de propietarios, que conforme avanzan las generaciones, cada vez son más diversos y distintos, aumenta la dificultad de gestión del negocio y el cumplimiento de objetivos comunes que satisfagan todas las expectativas.
Asimismo, la confusión de los distintos roles (propietario, trabajador y familiar) puede producir que se originen situaciones que deriven en conflicto. Por ello es tan importante la elaboración de un protocolo familiar que siente las bases del futuro de la familia y de la interrelación de esta última con la empresa.
El objetivo del Protocolo Familiar debe de ser:
El protocolo debe de nacer del dialogo y la colaboración de todas las personas implicadas en el proceso de reflexión, y los acuerdos deben de tomarse por consenso.
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