Muchos empresarios son conscientes de que es necesario profesionalizar su empresa para prepararla para el nuevo ciclo económico. Lo que antes valía, ahora ya no. Hace falta un cambio de rumbo. ¿Sabes cómo hacerlo?
Antes de dar el golpe de timón, es necesario hacer un diagnóstico de la situación. ¿Cómo evoluciona el mercado? ¿Qué hacemos bien? ¿Qué cosas requieren de una revisión? ¿Cuántos recursos tengo que destinar a la transformación? ¿Qué podemos aprender de competidores y otros sectores?… Es bueno apoyarse en esta reflexión en expertos externos por la metodología que aportan, la visión reflexiva y crítica y el conocimiento del mercado y otros sectores.
Teniendo la foto del presente es necesario preguntarse: ¿Cómo quiero que sea mi empresa en el futuro? A partir de esta visión se construye el plan estratégico. Este plan estratégico recoge la visión y los hitos a plantear y acciones necesarias. Es el Road Map. Hoy en día no se plantea un horizonte temporal más allá de tres años. Habría que revisarlo anualmente para integrar los avances y los cambios en el mercado. El plan también profundiza en los recursos necesarios: inversiones, tecnología, personas, maquinaria….
En el ejercicio de reflexión y la definición del plan de acción han de participar la propiedad y los directivos. La participación de estos es clave porque aportan el conocimiento operativo y van a ser los responsables de llevar a cabo las acciones que ellos han definido. Cuanto más se les ha implicado, más comprometidos se sentirán con el éxito del plan.
Hasta ahora hemos construido el Plan Estratégico de la compañía, pero no hemos cambiado nada. Es un documento. Hace falta pasar a la acción. ¿Qué tenemos que hacer ahora?
Hemos implicado a las personas en la definición de las acciones a llevar a cabo y hay que marcar lo que se espera de cada uno para alcanzar los objetivos de la compañía. Hace falta establecer objetivos para todos los integrantes, desde el primero hasta el último. Estos objetivos son anuales y conviene establecer hitos trimestrales. De esta forma se impregna toda la organización de sus retos y de la transformación necesaria. La comunicación dentro de la compañía aquí es clave.
El rol del mánager en la consecución de los objetivos es clave porque de él depende el seguimiento individual de los hitos personales. Aquello de lo que no se habla, no existe. El mánager ha de acompañar a su equipo para que logre sus objetivos. Es su guía, felicita, corrige, da recursos. El mánager juega un rol central y ha de crear las condiciones para que las personas puedan dar la mejor versión de sí mismas.
La transformación de una empresa va de personas y de su desarrollo. Cuanto más les implicamos y empoderamos, más rápidamente avanzaremos y mejores serán los resultados. ¿Te animas?
